domingo, 10 de julio de 2011

7ª Parte Reto Tejiendo un cuento, El club de las escritoras

Hola a todos, hoy os traigo la 7ª parte del reto Tejiendo un cuento, que ha organizado Dulce Cautiva en su blog El club de las escritoras. Para conocer las partes anteriores de la historia, que se llama Hilo rojo del destino, pinchad aquí. Para cada parte, varias personas escribimos la continuación y después se vota por la que cada uno quiera. Ahí va:


-          Lo siento, tío; creía que ya te habías quedado saciado por hoy- respondió Brian con una risa profunda, mientras recogía su cigarro y la bebida del suelo, acabándola en un último  trago-. Voy a la cocina a por cerveza, y de paso husmeo a las tías que haya por aquí.
Brian pasó por nuestro lado, lanzándome un beso con la mano mientras le daba una lánguida calada a su cigarro. Roberto lo miró claramente irritado, incluso me pareció oír un ronco gruñido brotar de su garganta. Después me cogió de forma despreocupada la mano, y tiró de mí hacia las escaleras que se abrían en la pared de la derecha. Aturdida por su seguridad y porque hubiese salido a defenderme por segunda vez en un día, y encima ante su amigo, lo seguí sin pensar demasiado. De todas formas quería hablar con él, y prefería hacerlo a solas.
En el piso de arriba había tres puertas cerradas, forradas de pósters de grupos musicales y chicas medio desnudas. Roberto me condujo a la que había en el centro, con un letrero que rezaba: “No traspasar, peligro inminente”.  , pensé para mis adentros. Aquel chico era claramente de esos tipos que mi madre mandaría en un cohete lejos de mi alcance sí de verdad supiera cómo era. Pero había conseguido engañar hasta a mi madre con sus buenas maneras.

-          Entra nena, como si estuvieras en tu casa- indicó Roberto, con una amplia sonrisa iluminando su bronceado rostro. Sus preciosos ojos verdes brillaban divertidos-. A no ser que el cartel te haya amedrentado…
-          No me asusto tan fácilmente idiotizado- espeté indignada, mientras pasaba con decisión al interior de su cuarto, o más bien podría decir su jungla-. Y te he dicho que no me llames “nena”, me llamo Caroline.
-          Ya, lo sé- respondió mientras pasaba detrás de mí-. Me encanta tu nombre, nena.

Puse los ojos en blanco y me recordé a mi misma que había venido a verle para darle las gracias. Así que obvié su comentario y repasé su desordenada habitación. En el lateral derecho había un amplio escritorio con un montón de libros de texto desparramados caóticamente.  Las paredes estaban forradas de algún otro póster, y lo que más me sorprendió, también tenía dibujos.  La mayoría de ellos de chicas, mujeres de diferentes tipos, y sobre todo guerreras que aparecían en plena batalla. Una guitarra colgaba encima de la cama de grandes dimensiones que había en la pared del fondo. Como no sabía donde sentarme, me quedé de pie en el centro de la habitación. Roberto pasó por mi lado, rozando suavemente mi brazo con el suyo, en un gesto deliberado, y se recostó en la cama con aire despreocupado. Al segundo dos personas pasaron por la puerta, y al ver que había alguien dentro de la habitación se detuvieron.

-          Roberto tío, de verdad que no quería rayarte, ya sabes que somos colegas- Brian tenía una cerveza nueva en la mano, el pelo rubio y liso le caía por debajo de los hombros, y sus intensos ojos azules nos miraban con interés a pesar de la embriaguez. Su piel clara contrastaba con el color café del chico que había a su lado, apoyado en el marco de la puerta-. Si me necesitas estoy con una hembra impresionante que se había perdido en nuestra cocina, voy a enseñarle un poco de geografía corporal…
-          Y yo voy a hacer lo mismo con una de sus amigas, Rob.- El chico de piel color café y pelo moreno apuntando al cielo, clavó sus oscuros ojos chocolate en mí, recorriendo mi cuerpo descaradamente, mientras una sonrisa empezaba a ensanchar sus carnosos labios. Era un poco más alto que Brian, pero igualmente fibroso-. ¿Crees que es de mala educación dejar al resto de nuestros invitados desatendidos? Porque con semejante mujer no creo que vayas a abandonar tu habitación en breve.
-          Descuida, seguro que se las apañan- dijo Roberto con una sonrisa pícara-. Pasáoslo bien y cerrad la puerta al salir, chicos.

Y así los dos compañeros de piso de Roberto nos dejaron solos, no sin antes guiñarme un ojo el chico desconocido y recibir otro beso en el aire de parte de Brian.

-          El morenito de chocolate es Charlie, mi otro compañero de piso- explicó Roberto, mientras daba unas palmaditas en el colchón-. Puedes sentarte conmigo Caroline, soy un tío legal.
-          No lo creo…

Pero aunque no me fiara en exceso de él, tomé asiento a su lado en el colchón, sobre todo porque me había llamado por mi nombre, y eso ya era algo. Además no podía dejarle creer que le tenía miedo, aunque una parte de mí temiera perder en cierto modo el control al estar a su lado.

-          Y bien, ¿a qué se debe el honor de tu visita?- comentó divertido, acercándose un poco más a mí.
-          Pues quería agradecerte haberme defendido ante Stacy.
Cuando solté las palabras, me sentí ridícula y vacía, porque el motivo de haber ido a verle era agradecerle, y si ya lo había hecho, no me quedaban excusas para quedarme.
-          De nada- continuó sonriendo y mirándome fijamente a los ojos-. Me encanta salvar a damiselas en apuros.

Su forma de mirarme era, cuanto  menos, inquietante. Además me producía un cosquilleo en el estómago que se extendía por mis terminaciones nerviosas, provocando en todo mi cuerpo una extraña tensión. Nerviosa, miré a mi alrededor intentando sacar un tema de conversación.

-          ¿Te gusta dibujar?- pregunté señalando uno de sus dibujos, en el mismo una guerrera pelirroja cubierta con un top y una braguita de pieles, saltaba sobre una pantera, con un grito mudo en su boca-. Son preciosos.
-          ¿Te gustaría que te dibujara?- dijo pegando su cuerpo al mío, aprovechando que me había despistado señalándole el dibujo; sus labios me acariciaban la oreja-. Soy muy bueno con los retratos en directo.

Volví poco a poco la cabeza hacia él, sintiendo como en el recorrido sus labios trazaban un sendero de fuego a través del lóbulo de mi oreja, la parte superior de la mejilla y deteniéndose en la comisura de mis labios. Allí exhaló un momento su aliento, fresco y a la vez cálido. Podía notar el sabor un poco amargo de la cerveza. Recordé a las guerreras que acababa de ver dibujadas y me dije que no iba a huir. Me quedaría en aquella batalla. Así que cerré los ojos e inspiré suavemente, entonces él recorrió en una húmeda caricia con su lengua el contorno de mi labio superior, para después posar suavemente sus labios sobre los míos.

¡¡Muchas gracias por pasaros!!

3 comentarios:

  1. Me encanta!, simplemente me ha parecido fabuloso!. Realmente escribes bien... Aún no he tenido el placer d leer tus otros escritos, pero seguro k son igual d buenos... No has pensado en escribir historias d esta temática?. Se t da muuuu bien...

    Weno perla, t deseo nuevamente muxa suerte y k pases wena noxe, muak!!!

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  2. Muchas gracias por pasar Dulce, eres un encanto! Pues sí que me gustaría escribir más de esta temática, la verdad es que me lo paso genial escribiéndolo. Un besazo!!

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  3. Mucha suerte, wapi, besotessssssssssss

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