martes, 28 de enero de 2014

Adictos a la escritura: Escritura sorpresa

Hola a todos, hoy vengo a traeros mi contribución del mes al grupo de Adictos a la escritura. Mi relato, Un beso furtivo, es del género romántico que me tocó por haber elegido la siguiente fotografía: 




El relato además está basado en parte en la misma. Aquí os lo dejo:


Un beso furtivo

─Shhhh, no muevas ni un solo músculo, Canalla.

Canalla me mira de un modo muy peculiar, estira mucho las orejas y mueve el rabo varias veces, como esperando ver mi próximo movimiento. Pero me llevo un dedo a los labios y parece entenderlo, porque se deja caer en la alfombra resignándose al aburrimiento. Sigo caminando de puntillas hasta llegar a la puerta, no puedo evitar que me tiemble un poco el pulso cuando cojo la manecilla y empujo hacia abajo. La puerta cede con un leve chirrido que hace que el corazón me martillee a más revoluciones que cuando juego un partido de baloncesto.

Escaparse de casa no es fácil, sobre todo cuando no lo has hecho nunca. Además el llevarme bien con mis padres hace que me sienta como una verdadera cretina, pero no soporto la irracionalidad, y hoy sus razones para no permitirme ir a la fiesta de Roberto han sido tan inconsistentes que casi daban risa. Se reducían a una, que tengo diecisiete años y todo el mundo sabe los desfasadas que son esas fiestas. Yo también. Pero no es por eso por lo que quiero ir, sino porque allí estarán mis amigas, gente del instituto y totales desconocidos. Y a pesar de que suelo aparentar pasotismo por el género masculino, lo cierto es que creo que ahí afuera hay un príncipe azul para todo el mundo, y yo no quiero cerrar las puertas de mi castillo al mío. Si hay una oportunidad de conocer gente y pasarlo bien, no hay que dejarla escapar.

Cuando consigo cerrar la puerta de mi casa, espero unos segundos, expectante ante cualquier ruido que llegue del interior, pero el silencio más absoluto es la única respuesta que recibo. Dejo escapar todo el aire que sin ser consciente he estado reteniendo y corro hacia el ascensor. Llamo varias veces, aún no me creo que lo haya conseguido. Me quito el gorro porque necesito hacer algo con las manos, bajo la cabeza para airear mi melena lisa intentando darle un poco de volumen, la sacudo un par de veces y la echo hacia atrás con un movimiento brusco.

Y allí está él. En cuanto nuestras miradas colisionan noto como un calor insoportable se instala en mis mejillas. Él me observa durante unos milisegundos que parecen años enteros, y finalmente sonríe. Mi vecino, el chico de arriba. Sé que suena a novela romántica, pero es que este es un verdadero príncipe. Alto, moreno, misterioso, y muy educado. Ya va a la universidad, y mira con la seguridad de aquel que sabe que puede desnudarte el alma sin tocarte.
Me doy cuenta demasiado tarde de que tengo que subir al ascensor para no parecer una estúpida. El problema es que él está dentro, y me roba el aire para respirar, es la única explicación que le encuentro a la asfixia que me produce su simple presencia. Me obligo a tomar aire un par de veces, rezando para no tener que hacerlo de nuevo hasta llegar a la planta baja.

─Hola Maite, ¿cómo estás? ─su voz ronca penetra en cada poro de mi piel. 

Recuerdo que sabe mi nombre porque hemos hablado varias veces. Nos hemos mirado muchas más. Demasiadas. Demasiadas pocas.

─ Bien, ¿y la universidad, George? ¿Está siendo muy dura?
─No mucho, me encanta lo que hago ─me mira con curiosidad, no puedo despegar los ojos de él, pero siempre lo he visto tan inaccesible…─. ¿Qué llevas ahí?

Señala hacia mi bolsa y no puedo evitar sonrojarme de nuevo. He hecho unas galletas para la fiesta, saco los tres sabores diferentes y me los pongo sobre la palma de mi mano una encima de otra.

─ Fresa, limón y pistacho, ¿qué prefieres?

Él me mira a mí, después a las galletas y después a mí otra vez. Las puertas del ascensor se abren, pero ninguno hacemos nada por bajar.

─Tú te comes una y yo otra, ¿te parece? ─su tono sensual me hace fijarme en sus labios, y me pregunto qué sabor tendrán cuando se coma la galleta.
─Por mí estupendo.

Extiendo la palma de la mano y veo que coge la de fresa. Yo cojo la de pistacho. La cobertura está un poco durita, así que aprieto hasta llegar al centro del sabor. No quiero perderme nada de su expresión, al principio cierra los ojos y no dice nada. Con cualquiera me daría vergüenza la situación, pero con él es diferente. Siempre me he sentido cómoda en su compañía, como si nuestras esencias bailaran la misma melodía.

Después abre los ojos, busca los míos y se queda allí clavado de nuevo. Y veo algo nuevo en su mirada, un brillo peligroso, como de reto. Sus labios se curvan en una sonrisa felina y no puedo evitar tragar saliva. Para romper el silencio digo algo estúpido:

─Seguro que no has probado algo tan delicioso en tu vida.
─Desde luego que no, pero me gustaría probar otro sabor ─más que hablar ronronea de una forma sofocante que se me mete bajo la piel.

Le ofrezco la galleta que queda aún en la palma de mi mano, él alarga la suya hasta cerrármela en un puño con una caricia, y aprovecha para cogerme del antebrazo acercándome a él.

─No es ese el sabor que me apetece, Maite.
─No te preocupes, puedes coger el que quieras...

Mientras lo digo, agacho la cabeza hacia la bolsa, pero no puedo rebuscar mucho, porque con una de sus fuertes manos me coge debajo de la barbilla obligándome a mirarlo. Y se me corta la respiración por tenerlo tan cerca, y solo quiero dejar de respirar cuando acerca sus labios a los míos y me acaricia con su lengua.

─No se me ocurre nada más delicioso para probar que tu sabor mezclado con el mío.


A continuación hace lo único que se puede hacer en estas situaciones, besar como si tu vida dependiera de ello, y realmente es lo que siento en ese momento. Sus labios sobre mi boca, su lengua acariciando mi interior, su aliento entrelazándose con el mío. Tengo un cortocircuito cerebral que no me preocupa, solo quiero que este beso se eternice, se haga inmenso en el tiempo y que nadie llame al ascensor en los próximos treinta años. Me rio por dentro, al final creo que hoy George será mi destino. 

Muchas gracias por leer. Besos para todos.

domingo, 5 de enero de 2014

Sinfonía de amor. Helena y Al Valeri.

Hola a todos, os saludo después de bastante tiempo sin hacer una entrada, así voy últimamente. En cualquier caso espero que hayáis pasado unas fiestas lo mejores posibles, y que estéis recibiendo con ilusión, esperanzas y sueños este nuevo año, 2014, que deseo que sea muy feliz para todos vosotros. Y hablando de sueños, hoy os quiero hablar sobre la última novela que me he leído, Sinfonía de amor, de Helena y Al Valeri.



Porque si de algo habla esta obra, es de sueños: sueños por cumplir, sueños anhelados, sueños inconclusos. Con una sinfonía y cadencia rebosante de sentimientos en sus letras, una de las protagonistas de esta historia, Ariadna, nos insta a que persigamos con devoción nuestros sueños y no paremos en nuestro empeño hasta conseguirlos con uñas, dientes y lo que haga falta, siempre respetando también los anhelos de los demás (y aquí he citado a la autora).

Sinfonía de amor nos cuenta la historia de dos amigas del alma, Ariadna y Ayesha, que disfrutan de pasar todos los días juntas viviendo aventuras. Pero tras un accidente fortuito, verán truncadas sus vidas y proyectos descubriendo un gigante con el que les será muy difícil luchar. Aún así, Ariadna dará una lección de vida a todas las personas que la quieren, a su público, ya que es cantante de un grupo heavy gótico, y a todos en general, con sus palabras y sus acciones, llenas de una fuerza y energía que trasmite en cada página.

 No os quiero desvelar mucho, ya que la novela es de 78 páginas, y quiero que como yo lo descubráis todo paso a paso. En cuanto a la escritura al comienzo me ha resultado confuso en algunas ocasiones, porque narra contando la historia a una segunda persona pero en otras partes cambia a una primera persona. Lo cierto es que maneja este recurso bien, y cuando utiliza la segunda persona lo veo como un estilo indirecto de diálogo. Es cierto que algunos términos me han resultado extraños porque son procedentes del dialecto de la zona de América latina, aunque es muy fácil entenderlos por el contexto. Quizás como inconveniente diría que algunas partes de la historia me han resultado algo repetitivas porque describe mucho ciertos sentimientos y sensaciones, y quizás prefiero más diálogos directos, que los que hay me han parecido algo rígidos, pero la impresión general ha sido positiva.

Hay otras partes que me han parecido realmente preciosas, ya que la autora tiene una narración bella, que va mejorando conforme avanzas en la historia.

Como temas principales he encontrado, como no podría ser de otra manera dado el título de la historia, la música que suena de fondo en todas las páginas y que la autora defiende como vehículo de la cultura. También ha retratado muy bien lo convulso de las calles, el sin sentido de la violencia, que nunca servirá para unificar opiniones, sino para destruir y distanciar más a unas personas de otras. Y es que la tolerancia es fundamental como antídoto contra esa violencia, el respeto a la diversidad de opiniones, ya que todas son válidas, y con el buen hacer de cada persona se van poniendo granitos de arena para conseguir un mundo mejor.

Por último destacar como me ha encantado el proclamo que hace Ariadna resaltando ese “carpe diem” que todos conocemos, ese disfrutar del momento presente, cada maravilloso minuto de vida, de aire que respiramos, porque es un regalo que vale más que nada en el mundo. Algo que me recuerda una frase que leí en una novela, “elevar lo cotidiano a la categoría de extraordinario”, porque lo es (mil perdones por no poner el título de la obra a la que pertenece, no lo recuerdo).  Eso y el amor que damos y que recibimos, que alimenta el alma y el corazón, es lo más importante en esta vida junto con la salud para disfrutarlo. Y otra de las cosas que nos dice en esta línea, es que no dejemos de perseguir cada uno de nuestros sueños hasta hacerlos realidad, porque la ilusión mueve el mundo y llena de vida.

El final de esta historia es totalmente inesperado y triste, pero acertado y bueno;  deja con ganas de saber mucho más, la última página me ha encantado. Con sus más y sus menos, me ha encantado lo que esta historia trasmite, un mensaje lleno de sentimiento y contenido susurrado como una melodía que llega al corazón.

Muchas gracias al autor por permitirme leer su historia.

Abrazos y besos