miércoles, 30 de diciembre de 2015

Un refugio en Katmandú, Ángeles Ibirika

Buenas a todos precios@s. Esta es la última entrada que voy a hacer este año. 
Con el firme propósito de realizar una a la semana en el próximo 2016. Os deseo para este nuevo año varias cositas: salud para poder disfrutar cada momento, felicidad que empuje vuestro corazón como el viento lo hace con las velas de los barcos, una lluvia constante de ilusión que os empape el alma y mucho amor. El amor es al alma lo que la comida al cuerpo, la alimenta, la nutre y la esponja. Es muy necesario.

Pero no me voy a quedar solo en esto, en esta entrada os voy a dar mi opinión sobre el último libro que me he leído en 2016, Un refugio en Katmandú, de Ángeles Ibirika. Tengo que decir antes de nada que soy una lectora que siempre ha leído por título, portada y sinopsis, pero actualmente tengo varias autoras predilectas de las que leo todo lo que sale, y Ángeles es una de ellas. Porque sé que tiene ese estilo de prosa que ya escriba sobre un lugar maravilloso o sobre una triste bolsa de basura, enamora con sus letras. Y por suerte en esta ocasión sigue siendo así. 

Os dejo portada y sinopsis por si aún no habéis leído nada suyo:

“Matthew jamás pensó que su exitosa carrera como jugador de béisbol se truncaría por decisión propia; que desaparecería de la faz de la tierra para embarcarse en una peligrosa aventura en el desconocido Nepal; que en la milenaria ciudad de Katmandú, entre tradiciones que ni entendería ni compartiría, encontraría el amor de su vida; que su plan inicial acabaría en desastre y se vería obligado a trazar un desesperado plan B, ni que con el paso del tiempo llegaría a creer que aquello no saldría bien. Sin embargo, siempre supo que llegaría hasta el final arriesgando su libertad, y hasta su vida, si era necesario, para conseguirlo. 
Pero en la vida, más aún en el país de un millón de dioses, todo ocurre en los momentos más inesperados y por las razones más insospechadas.”

En este libro nos encontramos a dos claros protagonistas, Matthew, un atractivo americano que irrumpe en un hospital de Katmandú con muchas lesiones cuyo origen son un misterio. Él en sí será todo un enigma durante gran parte del libro, escrito en una envolvente tercera persona. Y por otro lado tenemos a Claudia, una doctora inteligente y que es todo amor, escondida tras unas enormes gafas que tapan unos ojos que lo ven todo y saben respetar.

Desde el inicio del libro vemos como estos personajes tienen una conexión especial, aunque la atracción no surge de una manera artificial, sino que se cuece a fuego lento y eso para mí es un punto fuerte en este libro. El destino les irá haciendo coincidir pasando por situaciones de lo más variado, enseñándonos el lado más descarnado de la ciudad de Katmandú, pero también ese mágico y desconocido. E iremos conociendo a los protagonistas, enamorándonos de sus gestos, de sus miradas y de su forma de ser. No solo de Matthew y Claudia, sino también de Bhim, un nepalí con sueños de béisbol y con una capacidad de entrega sin pedir nada a cambio envidiable; Ruth y su casa arcoíris, y algunos secundarios con especial peso en el libro.

Si algo hay que resaltar especialmente en esta historia es la capacidad que tiene Ángeles de meterte en escena, de que huelas lo mismo que los protagonistas, de que sientas la comida haciéndote salivar, de que veas a la perfección lo mismo que ven los protagonistas, pero sobre todo de hacerte sentir. Los diálogos son muy buenos, enganchan, te hacen un oyente ávido de información.
Y también destaco mucho los valores tan bonitos que trasmite, yo me quedo en especial con este:

Al protagonista le regalan un reloj porque ya no tiene el suyo, entonces la anciana que se lo regala le dice:

“Que ella no lo necesitaba porque ya era dueña de su tiempo. Pero que él sí, porque todavía no había aprendido a parar el suyo y a ser paciente para que las cosas llegaran cuando debían hacerlo, y nunca antes ni después”.

Me encanta esta enseñanza en un mundo en el que de tanto mirar el reloj y el tiempo, no disfrutamos lo que tenemos justo delante, en este mismo instante.

Tengo que felicitarla especialmente por la increíble labor de documentación sobre una ciudad que era totalmente desconocida para mí, y la gran cantidad de información que da de una forma sutil que no se hace pesada y que te hace sentir como si estuvieras allí. Quizás el ritmo al inicio es algo lento pero eso te hace saborear las escenas y va tendiendo los hilos que se enredan sin que te des cuenta, dejándote totalmente enganchado, y queriendo saber cómo se resuelve el gran misterio principal de toda esta historia.

Una historia muy agradable de leer, que te hace conocer una ciudad mágica como Katmandú, y que trasmite sentimiento, de ese pausado y que cala hasta los huesos. Todo ello contado con la magnífica prosa de Ángeles, que narra de una forma muy especial, sus palabras son como pinceladas del mejor pintor.


Un abrazo a todos y feliz año. 

2 comentarios:

  1. Es una autora a la que tengo ganas de leer, a ver cuándo cae =)

    Besotes

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  2. He leído un título de la autora y me gustó sin mucho aspaviento. Ya veremos
    Besos

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