Buenas a todos precios@s.
Esta es la última entrada que voy a hacer este año.
Con el firme propósito de
realizar una a la semana en el próximo 2016. Os deseo para este nuevo año
varias cositas: salud para poder disfrutar cada momento, felicidad que empuje
vuestro corazón como el viento lo hace con las velas de los barcos, una lluvia
constante de ilusión que os empape el alma y mucho amor. El amor es al alma lo
que la comida al cuerpo, la alimenta, la nutre y la esponja. Es muy necesario.
Pero no me voy a quedar solo
en esto, en esta entrada os voy a dar mi opinión sobre el último libro que me
he leído en 2016, Un refugio en Katmandú, de Ángeles Ibirika. Tengo que decir
antes de nada que soy una lectora que siempre ha leído por título, portada y
sinopsis, pero actualmente tengo varias autoras predilectas de las que leo todo
lo que sale, y Ángeles es una de ellas. Porque sé que tiene ese estilo de prosa
que ya escriba sobre un lugar maravilloso o sobre una triste bolsa de basura,
enamora con sus letras. Y por suerte en esta ocasión sigue siendo así.
Os dejo portada y sinopsis por si aún no habéis leído nada suyo:
“Matthew jamás pensó que su exitosa
carrera como jugador de béisbol se truncaría por decisión propia; que
desaparecería de la faz de la tierra para embarcarse en una peligrosa
aventura en el desconocido Nepal; que en la milenaria ciudad
de Katmandú, entre tradiciones que ni entendería ni compartiría,
encontraría el amor de su vida; que su plan inicial acabaría
en desastre y se vería obligado a trazar un desesperado plan B, ni
que con el paso del tiempo llegaría a creer que aquello no saldría
bien. Sin embargo, siempre supo que llegaría hasta el final arriesgando
su libertad, y hasta su vida, si era necesario, para conseguirlo.
Pero en la vida, más aún en el país de un millón de dioses, todo ocurre en los momentos más inesperados y por las razones más insospechadas.”
Pero en la vida, más aún en el país de un millón de dioses, todo ocurre en los momentos más inesperados y por las razones más insospechadas.”
En este libro nos
encontramos a dos claros protagonistas, Matthew, un atractivo americano que
irrumpe en un hospital de Katmandú con muchas lesiones cuyo origen son un
misterio. Él en sí será todo un enigma durante gran parte del libro, escrito en
una envolvente tercera persona. Y por otro lado tenemos a Claudia, una doctora
inteligente y que es todo amor, escondida tras unas enormes gafas que tapan
unos ojos que lo ven todo y saben respetar.
Desde el inicio del libro
vemos como estos personajes tienen una conexión especial, aunque la atracción no surge de una manera artificial, sino que se cuece a fuego lento y eso para mí es un punto fuerte en este libro. El destino les irá
haciendo coincidir pasando por situaciones de lo más variado, enseñándonos el
lado más descarnado de la ciudad de Katmandú, pero también ese mágico y
desconocido. E iremos conociendo a los protagonistas, enamorándonos de sus
gestos, de sus miradas y de su forma de ser. No solo de Matthew y Claudia, sino
también de Bhim, un nepalí con sueños de béisbol y con una capacidad de entrega
sin pedir nada a cambio envidiable; Ruth y su casa arcoíris, y algunos
secundarios con especial peso en el libro.
Si algo hay que resaltar
especialmente en esta historia es la capacidad que tiene Ángeles de meterte en
escena, de que huelas lo mismo que los protagonistas, de que sientas la comida
haciéndote salivar, de que veas a la perfección lo mismo que ven los
protagonistas, pero sobre todo de hacerte sentir. Los diálogos son muy buenos,
enganchan, te hacen un oyente ávido de información.
Y también destaco mucho los
valores tan bonitos que trasmite, yo me quedo en especial con este:
Al protagonista le regalan
un reloj porque ya no tiene el suyo, entonces la anciana que se lo regala le
dice:
“Que ella no lo necesitaba porque ya era
dueña de su tiempo. Pero que él sí, porque todavía no había aprendido a parar
el suyo y a ser paciente para que las cosas llegaran cuando debían hacerlo, y
nunca antes ni después”.
Me encanta esta enseñanza en
un mundo en el que de tanto mirar el reloj y el tiempo, no disfrutamos lo que
tenemos justo delante, en este mismo instante.
Tengo que felicitarla
especialmente por la increíble labor de documentación sobre una ciudad que era
totalmente desconocida para mí, y la gran cantidad de información que da de una
forma sutil que no se hace pesada y que te hace sentir como si estuvieras allí.
Quizás el ritmo al inicio es algo lento pero eso te hace saborear las escenas y
va tendiendo los hilos que se enredan sin que te des cuenta, dejándote totalmente
enganchado, y queriendo saber cómo se resuelve el gran misterio principal de
toda esta historia.
Una historia muy agradable
de leer, que te hace conocer una ciudad mágica como Katmandú, y que trasmite
sentimiento, de ese pausado y que cala hasta los huesos. Todo ello contado con
la magnífica prosa de Ángeles, que narra de una forma muy especial, sus
palabras son como pinceladas del mejor pintor.
Un abrazo a todos y feliz
año.
Es una autora a la que tengo ganas de leer, a ver cuándo cae =)
ResponderEliminarBesotes
He leído un título de la autora y me gustó sin mucho aspaviento. Ya veremos
ResponderEliminarBesos