Y el mundo se ha detenido…

Hola a todos preciosas y preciosos.  Después de un tiempo sin publicar nada, aquí traigo una breve explicación para justificar mi ausencia. Y es que como anuncio en el título de esta entrada, mi mundo se detuvo el 7 de julio, día en el que nació mi primer hijo, Aitor, y todas las prioridades, obligaciones y hobbies queridísimos han saltado por el balcón y solo ha quedado él como centro de todo (y mi marido, siempre necesario para mí). Lo del mundo detenido me ha recordado al libro de Crepúsculo, ya se que a algunos no os gusta, pero el concepto de la imprimación, que viene a ser algo así como cuando encuentras a tu pareja de vida, me he sentido identificada con la forma de describirlo, porque la autora decía algo así como que el mundo deja de girar sobre su eje, y empieza a girar alrededor de la persona de la que te imprimas. Y así me he sentido yo, y es que alguien me dijo que me iba a ir enamorando progresivamente de mi hijo, y no puedo más que afirmar que es así. 

Al ser primerizos, este pequeño es una ilusión tremenda, de verdad que cada vez que lo miro me embeleso, pero también requiere un proceso de adaptación y estamos en ello. Aunque es una aventura alucinante que me está encantando vivir.

Por eso me disculpo con vosotros por no pasarme por vuestros blogs, y por no publicar con mi periodicidad normal, y me sigo disculpando, porque este verano seguiré publicando de forma irregular y pasándome por vuestros blogs también de esa manera, aunque pasarme me pasaré, y espero recuperar el ritmo habitual pronto, con esas secciones nuevas que prometí y varias reseñas atrasadas. Mientras tanto os deseo un verano estupendo, lleno de ilusiones y buenos planes. Y al otro lado del océano, un invierno también muy bueno.

Muchísimos besos (también del pequeño, al que ya le he contado su primer cuento, ¿saldrá también un lector empedernido? Ya veremos, jeje).